U2. México. Joshua Tree
Tour.
“Escribir canciones es fácil como
caminar, escribir buenas canciones, no lo es.”
Bono, en una entrevista de 1989, durante
la gira Rattle And Hum
Octubre 4, 2017. Segunda
fecha. A pesar de que Noel Gallagher (u
Oasis) cuenta en México con un nutrido grupo de fans, no logra calentar los
ánimos. Los entibia cuando interpreta Wonderwall, dos canciones más y se
despide diciendo “me tengo que ir de aquí”. No hay muchos aplausos e
inmediatamente los técnicos empiezan a desmantelar su escenario.
En la enorme pantalla que U2 dispone para
este tour, comienzan a proyectarse docenas de poemas contemporáneos con un tema
principal: buscan comprender a la América que para el cuarteto irlandés es en
realidad Estados Unidos y sus contradicciones de ser una tierra de libertad, de
esperanzas y sueños, llena de racismo, violencia, adoración al dinero y su
poder en el In God we thrust en sus
billetes, para tratar de llenarse de una espiritualidad que debe tener imagen,
si no, no vende.
Me es inevitable recordar que por una
estación de radio que ya no existe, U2 tiene esta enorme convocatoria en
nuestro país: por Rock 101 de Luis Gerardo Salas, U2 llegó a México, fueron los
primeros en programar Pride.
Imagino que no es fortuito la selección musical en
lo que empieza la presentación, sonando muy de fondo The man who sold the world
(remember David Bowie), pero anunciando el justo momento del inicio, The Whole
of the moon (remember Waterboys), con un mayor volumen, una canción favorita de
muchos mexicanos, recuerdo “del soundtrack de tu vida”, emotiva, hermosa y
perfecta para la majestuosa luna que nos acompañaba esa noche. Y así, con esa
canción, Larry Mullen Jr., entra tranquilo, ajustándose su monitor portátil,
acomodándose en su silla (sí, vi que usa una silla y no banco) y justo al fin
de la canción, con un mayor volumen, inicia el redoble identificable a cientos
de kilómetros de Sunday Bloody Sunday. Así, con cada músico integrándose en el orden de entrada
en la canción, inicia por fin el concierto lleno de 63 mil personas que
estuvimos dispuestos a pagar precios muy altos por los boletos.
El concierto es una lección desde dos
perspectivas: U2, desde los años 1990’s, hizo que los conciertos no sólo fueran
espectaculares en recursos técnicos, sino que todos esos efectos se
transformaran en parte de su mensaje… algo que aprovechan perfectamente con el
lenguaje del color y las imágenes sencillas, seleccionadas y trabajadas para
que en un profundo blanco y negro o en colores brillantes, profundicen el
mensaje de la canción en turno. El resultado de eso fue impresionante. Pero la
mayor lección, consiste en demostrar que ellos no necesitan utilizar siempre
todos esos recursos. El concierto inicia con las cuatro primeras canciones,
como un camino resumido para llegar al disco Joshua Tree, sin pantalla, sin
espectaculares luces en movimiento… sólo las luces que colocaron por encima de
la gente para ambientar, para dar un color/intención a la canción que el grupo
toca en el escenario insertado entre el público. Sólo ellos. Sin efectos, pero
con cuatro canciones poderosas que son parte de la historia musical del siglo
XX. El mensaje para mí es ese: no es necesario pensar primero en la imagen,
sino en que las canciones deben ser buenas, bien hechas. Eso es lo que perdura.
El concepto de celebrar el treinta
aniversario del lanzamiento de The Joshua Tree, un álbum que marcó a una
generación de fans, no fue la excusa de la banda para presentar su nuevo disco,
es realmente y como no lo hicieron en el momento en el que el disco fue
lanzado, tocar todas las canciones que componen el álbum y demostrar que el
sonido sigue siendo poderoso, que todavía pueden tocar con la furia e introspección
que el disco guardaba. La única canción que conserva unos arreglos
profundamente diferentes a los del disco, es Exit, que datan desde el tour de
Rattle and Hum, para lograr que la canción furiosa, dolida, llegara sin
provocar letargo al público lleno de entusiasmo.
Tengo un caset (espero que todavía esté por
ahí) memorizado de tantas veces que lo escuche, de la gira 1987 Joshua Tree.
Que a pesar de que el disco daba al grupo grandes canciones para interpretarse
en vivo y provocar todo tipo de reacciones en el grupo, el set de las canciones
de ese tour, todavía se apoyaba en los éxitos ya conocidos como New Year`s day,
Bad, I will Follow y ese largo camino de seleccionar canciones clásicas del
rock para conectar ese gusto del grupo con el público, por ejemplo: Simpathy
for the devil, People Get Ready. El potencial del disco que celebran de haber
lanzado hace 30 años, apenas empezaba, fue su legado, sus años posteriores lo
que puso en la cima a un U2 que Frank Sinatra criticaba por vestirse mal.
Leí hace años en una reseña sobre los discos más
importantes, que dos cosas adolecía el disco: un cantante que asumía una
postura de predicador y que los mensajes perdían vigencia.
Debo decir que Bono, no sólo ha demostrado
ser un predicador efectivo, sino un activista efectivo en sus acciones. Su ir y
venir en cuestiones políticas, económicas y culturales, ha dejado más cambios
de los que sus detractores podrían admitir. Es muy probable que en los últimos 15
años, eso haya significado hacer canciones que ya no alcanzan ni la profundidad
ni la fuerza en los instrumentos que los caracterizó hasta fines del siglo XX.
Pero el disco, en el contexto que fue
presentado, en México, con la voz de Bono solidarizándose con nuestro momento
histórico, hace válido todavía el disco, hace vigente su mensaje, porque
seguimos viviendo en esa contradicción en la que nos enoja el gobierno (mensaje
de Bullet The Blue Sky), pero nos seguimos aletargando en cosas que no nos
permiten romper con la mala educación que nos tiene atorados (Runing To Stand Still).
El lenguaje visual (el uso de la enorme pantalla 7K), ambienta y refuerza,
evoca reflexiones que no aterrizan en medio de las canciones, nos emociona
cuando Bono hace una reflexión sobre el parecido de la bandera irlandesa y la
mexicana, cuando hace pase de lista con una pronunciación muy forzada a todos
los lugares que han resultado dañados por… ya ni sé cuántas cosas y dice
mientras la canción Bad comienza: “Tenemos melodías para ustedes esta noche,
pero no melodías que puedan quitar el dolor que tienen, que puedan cambiar todo
lo que ha sucedido en las semanas pasadas, pero podemos intentar con nuestras
canciones, podemos intentar, ofrecerles una noche épica de Rock and Roll”.
Entonces, es ahí donde la vigencia del disco
existe: el grupo sabe qué ciudad visitan, saben por medio de sus asesores qué
lenguaje o imágenes nos pueden impactar, así como la foto de Carmen Aristegui
durante la canción Ultraviolet o la Bandera mexicana durante One.
Y saben su oficio. Saben balancear: Bono nos
invita al Lado B de su disco y muchos de los que estamos ahí recordamos lo que
es un Lado B, que no provoca tanto entusiasmo, pero es ejecutado con tal
fuerza, que Trip Through Your Wires se queda resonando en la cabeza.
Sólo los colaboradores de U2 pudieron encontrar
una vieja película del oeste con un claro mensaje (con todo y nombre) a Trump
para empezar Exit. Otra muestra de la vigencia de las canciones.
Al terminar el Lado B con Mothers Of The Desappeared,
canción que mostraba el impacto que la banda tuvo al venir a América y que a
pesar de que en esos años no hicieron gira por Sudamérica, se interesaron en lo
que sucedía, ya que la canción habla y les habla a las Madres de la Plaza de
Mayo (un evento de 1976).
Y al terminar la revisión de aquel legendario
disco, tocaron Beautiful Day y Elevation para levantar los ánimos. Y
efectivamente tocan una sola canción de su nuevo disco Songs of Experiencie: You're The Best Thing About Me, provocando que unos
cuantos se animen al conocerla.
Bono avisa que se despiden con otro Lado B: Sweetest
Thing, del aquel entonces
sencillo de Where the Streets Have no name que adquirió mayor notoriedad al ser
lanzada como sencillo con el disco recopilatorio The Best of 1980-1990, con Bono al piano eléctrico, equivocándose
en un par de notas y no calcular bien al colocar el micrófono en el pedestal
muy lejos, a lo que uno de sus técnicos en overol y lleno de cables, sube
rápidamente a colocarle correctamente el micrófono y recoger un peluche que
habían aventado al escenario.
El
predicador Bono no necesita mucho para que la gente responda a su mínimo gesto.
The
Edge: Una guitarra para cada canción.
Adam
Clayton: Un bajo para cada canción y gestos amables cuando se acercaba a la
gente.
Larry
Mullen impacta con una playera cuya leyenda en la parte trasera es: Sexico y
voltea a la cámara para señalar su amor por el público mexicano.
Y
por escenario, la silueta de un enorme árbol, recordando constantemente el
nombre del disco, una pantalla enorme que algunos llamaron austera, pero
llevaba con vida cada canción. Vértigo, sería el claro ejemplo.
Demostraron.
Lo hicieron.
2
fechas en México, Brasil tiene 4. ¿Por qué?
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